lunes, 24 de marzo de 2025

El problema de la violencia (El origen de la propiedad privada)

El relato actual nos vienen explicado que la violencia ese acto atroz y deleznable que las sociedades modernas han convenido en censurar.

Sin embargo, si profundizamos algo más en el estudio de las sociedades modernas, pronto advertiremos que lo que las caracteriza es el monopolio del uso de la violencia, centralizado en un estado.

Luego, la violencia mala es sin duda la del otro, por que al final en todas partes es a la fuerza como ahorcan.

Pero es peor todavía. Si uno sigue profundizando comprende que absolutamente todo proviene en primera instancia de la tierra. Cualquier proceso que cualquier ser humano pueda realizar, dígase trabajo, proviene de un modo u otro y se realiza en el territorio.

Y esa distribución, por llamarlo de algún modo, proviene originalmente del derecho por la fuerza. Aún los que creemos en el derecho natural hemos de admitir que el terreno fáctico la realidad es la que es.

Luego, el escenario a través de las generaciones es que aquellos que tomaron la tierra por la fuerza han impulsado la creación de organizaciones sociales (estados) que censuran el único modo por el que ese territorio podría ser realmente distribuido, que es el mismo modo por el que fue obtenido: la violencia.

No es casual que una de las primeras reclamaciones de toda “revolución”, más o menos y “socialista”, en principio, sea la reforma agraria.

Hoy en día la mayoría de personas están tan desconectadas de los procesos naturales que se diría han olvidado hasta que la fruta madura cae de los árboles.

Se podría afirmar que cada árbol de este planeta tiene dueño. Que duda cabe que, como toda propiedad, no es más que un acuerdo plasmado en un papel entre partes auto investidas por una cuestionable legitimidad y que en determinadas circunstancias ese papel sirve mayormente para alimentar hogueras.

Luego, todo el armazón ético-moral con el que dicho sistema pretende erguirse como adalid de la razón y la justicia no es más que una forma refinada del abuso crónico y perpetuo promovido por aquellos que partieron de usa situación de ventaja basada, no en el derecho natural, si no en el derecho de la fuerza.

Lo vemos aún en nuestros días en los lindes de occidente, como Israel desposee sistemáticamente a las gentes de esas tierras de su espacio, casa por casa. Fabricando las excusas pertinentes para justificar ante los ojos profanos lo que es un objetivo último ya previsto con antelación.

Al final las cosas son mucho más sencillas de lo que podría parecer. Basta con observar como las sociedades modernas lidian con el problema de la violencia, injustificada o no. Y eso es, cómo no, con más violencia.

 


 

Lo cierto es que, una vez te han desposeído de cualquier territorio y convertido en una suerte de nómada apátrida que ha de rendir tributo por el mero hecho de pisar el suelo. No es necesaria más violencia explícita. Sólo la defensa de lo conquistado. Y desde esa posición es demasiado fácil denunciar la violencia a la vez que subrepticiamente se practica.

No te van a dar con un garrote en la cabeza, al menos en primera instancia. Pero al final vas a trabajar para el terrateniente. Y, ojo, eso si no te coge ojeriza y decide que tú no vas a trabajar en sus tierras, con lo cual te mata de hambre.

Y esos son lo que censuran la violencia. La del otro, por supuesto. En realidad la practican constantemente. Tal vez sea hora de hacérselo ver, si es necesario, por la fuerza.

La paz social, sin justicia, es una forma de guerra. Así que, sí, estamos en guerra desde que nacimos. Que no lo sepas es, sobre todo, problema tuyo.

Y como cuenta la sabiduría popular, el saco acaba roto, como la baraja y la puta en el río.

Tal vez fuera bueno que alguien fuera pensando como se puede solucionar esto, porque lo cierto es que también se puede solucionar sin pensar.

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