jueves, 15 de octubre de 2020

La menos descabellada de las posibilidades

Todos conocemos o debiéramos conocer la maravilla que es la fortaleza de Sacsayhuamán en Cuzco. La forma en que esas piedras encajan unas con otras, sus tamaños y formas, sus acabados, a buen seguro pueden dejar perplejo a más de uno, máxime teniendo en cuenta que la corriente de la arqueología ortodoxa ha responsabilizado de su construcción a los incas con las limitadas herramientas que creemos tenían a su disposición. Otras corrientes tal vez más heterodoxas sugieren que los incas ya encontraron los restos de ese tipo de construcciones y se limitaron a reconstruirlas como se hace evidente en muchos casos por las diferencias en los métodos constructivos empleados.

Sin embargo ninguna de las dos opiniones da respuesta real al enorme acertijo que suponen dichas construcciones, y es que más que el quién, a la postre, es más interesante si cabe el cómo.

Teorías hay para todos los gustos, incluso los más excéntricos; desde los socorridos extraterrestres que sirven a algunos como comodín en las mil cuestiones que no somos capaces de explicar hasta la vetusta explicación tradicional de simplemente picar y pulir piedra.

No me atrevo a decir cual de las dos podría resultar más descabellada. Entre medio de ambos extremos, algunas explicaciones entre el mito, la fábula o la leyenda. Algunas historias las atribuyen a dioses o gigantes. Hay un hermoso cuento rodando por ahí de un supuesto ave que horadaba sus nidos en la roca con la ayuda de una planta que ayudaba a deshacer, a ablandar la roca.

La teoría de los "ablandadores de piedra", por extraña que puede resultar, de alguna manera parece encajar bien con esas formas redondeadas y con esas piedras que parecen ser el molde perfecto de la de al lado. Como si estuvieran hechas en realidad de maleable barro. Pero no, en el caso de Cuzco se trata de andesita, una piedra volcánica propia de la localidad. Poco menos dura que las herramientas de las que se supone pudieran disponer para trabajarla.

Desde luego no se podría catalogar de imposible, pero la cantidad de trabajo y esfuerzo que podría requerir realizar construcciones de las características de las referidas, con tal grado de precisión, lo hace prácticamente impensable. Tuvo que ser de otra manera. Atribuir su construcción a dioses, gigantes o extraterrestres no hace más que sortear la intrincada cuestión del cómo.

Sucede que la explicación correcta puede resultar también no poco compleja de asimilar. La historia de los ablandadores de piedra daba algunas claves para ponernos en el camino correcto pero, como suele suceder a veces, vale la pena darle a la cuestión el enfoque justo opuesto: ¿qué tal si en realidad eran "endurecedores de piedra"?

Lo cierto es que no suena tan bien pero quizás veamos que encaja mejor con la evidencia. Una idea bastante clara que se desprende de las primeras observaciones de cualquiera que tenga cierto criterio es que aquellas piedras tuvieron que ser en algún momento una masa en cierto grado maleable.

Y sí, por supuesto se puede fundir piedra. Pero no parece haberse hallado evidencia ninguna de las estructuras que pudieran alcanzar tal temperatura, cualquiera puede hacer un fuego, alcanzar mil grados ya es algo más complejo, y más con una infraestructura que permita producir las miles si no millones de toneladas de material que hay disperso en las diferentes construcciones de estás características. Porque es de hecho un estilo muy característico que, para más complejidad, se ha encontrado en diversos puntos del globo muy distantes. Incluso en lugares tan apartados como la Isla de Pascua

Pero abordemos primero la cuestión de Sacsayhuamán que tal vez sea la obra más representativa de este estilo arquitectónico, podríamos decir. No tenemos evidencia de los hornos donde se hubiera fundido tal cantidad de piedra, ¿no? Ése sería el primer escollo, pero ¿seguro que no?

Puestos a hablar de piedras blandas, más aún de fundir piedra, no es difícil llegar pensar en algo que es bastante natural como la lava. Magma, piedra fundida con un origen natural. Pero claro, se hace bastante pintoresco, exótico, incluso fantasioso pensar que pudieran valerse de tal materia prima.

Desde nuestro punto de vista es más sencillo pensar en polímeros que fraguan en frío en virtud de nuestros desarrollo de la química, cementos y hormigones, tal como ya hacían con éxito los romanos. Utilizar la lava es una locura. Su disponibilidad está muy estrechamente localizada, es sumamente peligrosa para los trabajadores que la hubieran de manipular, y a tenor de su localización puede ser imposible la gestión logística hasta el punto de la construcción.

A vista de los ojos de hoy parece poco más que una excentricidad, pero hay que admitir que, pese a las complicaciones que conlleva, resuelve algunas cuestiones importantes que no se explican de otro modo.

La idea seguro que se nos había pasado a muchos por la cabeza pero dados los problemas que supone parecía más razonable la historia del pájaro y el extinto arbusto ablandador de piedra. Mucho más todavía que tratar de encontrar la cantera de la que procediera la andesita que según algunos aún hoy se labro y pulió. Bien, si la hipótesis fuera correcta no se trataría de una cantera al uso, se trataría de un volcán. 

De hecho la única construcción de este tipo que hay en la Isla de Pascua se halla en las proximidades de uno. Pero volvamos a Cuzco. Siguiendo la teoría debería existir una disponibilidad de la materia prima relativamente próxima a la zona de construcción.

Y si uno tira de ese hilo encuentra que hay toda una ristra de volcanes, con diferentes grados de actividad hoy en día, al sur de lo que hoy es Perú.El llamado arco volcánico del Perú forma parte de la zona volcánica central de lo Andes. De esta línea de actividad sísmica, el volcán más al norte sería el Sara Sara, con sus cerca de 5000 metros de altitud sobre el nivel del mar y sus a día de hoy nieves perpetuas.

De hecho se considera un lugar de culto inca y hallaron allí un cuerpo momificado que se halla en un museo local. Pero a esa altitud y 200 km en línea recta de Cuzco, aún parece harto improbable.

Mirando con un poco más de detalle uno halla la candidatura más probable a cantera de estas magníficas construcciones. Algo más al este, a cierta distancia de la cadena volcánica principal se encuentra el Quimsachata, más joven  que los del grueso de la cadena volcánica. Justo al pie de sus faldas se haya el "templo inca" de Raqchi, del que quedan poco más que vestigios de una construcción del mismo estilo que Sacsayhuamán claramente reconstruida en sus tres cuartos superiores con adobe.

En realidad lo que queda es poco más que un muro alto y un pilar, denominarlo templo requiere un denonado acto de fe (precisamente), pero no es extraño que cualquier construcción u objeto cuyo cometido se ignora termine catalogado como templo, objeto de culto o ajuar funerario, por la gracia de dios (como el lamentable caso de la pila de bagdad, que da sin duda para reflexión aparte).

Lo que tenemos al final es un volcán menos nevado que el Sara Sara y a la mitad de distancia de Cuzco en concreto. Aún con todo 100 km en línea recta sigue siendo una distancia difícil de considerar para la empresa propuesta.

Otra cuestión son sus periodos geológicos de actividad, el cerro está formado por dos volcanes, el Quinsachata y el Oroscocha, con focos activos hace 11500 y 6500 años respectivamente. Si aceptamos la hipótesis de que la andesita de Sacsayhuamán salió de allí debemos atenernos a la estimación geológica que de alguna manera estaría datando la edificación, algo bastante complicado en otras condiciones.

Este hecho retrasa de forma bastante significativa la fecha estimada de construcción y vendría a ratificar las afirmaciones que algunos recogen de los propios incas:  que aquello ya estaba allí cuando ellos llegaron. Tal vez siguiendo con el hilo del cómo podamos acercarnos a la cuestión del quién.

Pero aún queda un problema nada desdeñable: cubrir una distancia de 100 km, que siguiendo los caminos incas (y probablemente, como en el caso de las carreteras modernas y los romanos en Europa, los caminos ya estuvieran allí) sería mucha más distancia, con cargas de toneladas, de ja un arduo problema para la mera tracción animal, si es que se disponía de ella, o los propios medios. Por no entrar a hablar de las particularidades de la carga

Y en este punto volvemos a los recursos naturales sustituyendo a las bondades que en nuestro caso de hoy en día nos brinda la tecnología, y es que, en ausencia de medios de locomoción, los ríos debieron ser en muchos casos las autopistas del pasado.

Y casualemente, si es que algo de lo descrito hasta aquí es mera casualidad, el curso alto del Urubamba, conocido como río Vilcanota, pasa justo por la falda del Quimsachata, al lado de los vestigios de lo que hoy conocemos como templo de Racqui. Y no sólo eso, el curso transcurre en un adecuado sentido norte llegando hasta Pisac donde un ramal se abre sobre el valle de la región conocida como Taray, que por cierto es susceptible a inundaciones ante crecidas del río, en camino directo hacia el propio Cuzco. Más allá de Pisac el curso continúa hacia otra localidad significativa para el asunto tratado como es Ollantaytambo. No he rastreado más por el momento, considero esta evidencia, aunque se trate sólo de la punta del iceberg, harto significativa.

No obstante la hipótesis está lejos de hallar resueltas todas las dificultades que plantea. Aunque el río pase al pie de la cantera su sinuoso curso, que podría llegar a doblas la distancia en línea recta, no es poco desafío para la operación logística que requeriría. Desde luego es difícil de aceptar, pero a mi juicio tal vez sea la menos descabellada de las posibilidades sugeridas, la evidencia es que esos muros están ahí y por lo tanto tuvieron que erigirse de algún modo, y tal vez no se haya establecido aún con claridad satisfactoria por lo poco familiar que nos resulta el procedimiento empleado.

No obstante, deberíamos intentar mirar el mundo, no con nuestros ojos, si con los de los que se hallaron allí en otro tiempo y circunstancias muy distintos, tal vez alejados miles de años del ahora. Si hoy es sobrecogedora la caldera de un volcán activo, ¿qué impresión ofrecería entonces?

¿Cómo resolver el traslado a largas distancias de una materia prima "fresca" que ha de llegar caliente y aún maleable a pie de obra? ¿Qué técnicas emplear para su transporte? ¿Cómo protegerse ante los peligros de manipular tal carga?

No creo que sepamos tantos de las propiedades de la lava como material de construcción como de los áridos fríos que estamos acostumbrados a manejar. Pero hay algo que sí que creo que debemos tener en cuenta, cualquier civilización maximiza los beneficios de lo que se ofrece su entorno. Lo que hay en su entorno nos indica lo que utilizarán y lo que utilizaron nos indica lo que hubo en su entorno.

A pesar de los argumentos expuestos tal vez continúe siendo más fácil para algunos pensar en multitud de mano de obra picando y puliendo piedra de sol a sol hasta alcanzar la precisión imposible y moviendo unidades de peso impracticable. Quien quiera ver dioses o extraterrestres los seguirá hallando sin remedio como una explicación aparentemente sencilla a problemas en realidad complejos. Pero no creo que debamos subestimar la creatividad, tenacidad y arrojo del pasado sólo porque hoy consideremos más lógico o práctico hacer las cosas de otra manera con las opciones que tenemos disponibles, que sin duda son distintas de las que otros dispusieron.

De hecho fue un comentario en un video de youtube sobre el tema el que me hizo reconsiderar la alocada posibilidad de la lava, por cierto con errores de tipeo y todo en mayúsculas. A veces las ideas más simples son las que mejor funcionan, y muchos seguro lo contemplaron en algún momento. Pero además, al parecer, puede encajar bastante bien con la evidencia de la que disponemos. También tiene la ventaja de dar respuesta a una gran pregunta que para todos debía ser una incógnita persistente: ¿por qué no tuvo continuidad ese tipo de construcción tan sofisticada? Tal vez, entre otros factores, porque cesara el flujo de materia prima.

Así pues, parece ser que el polímero más antiguo del mundo no venía en polvo y había que añadirle agua tras un laborioso proceso industrial, simplemente había que tener el valor de hacerse con él y dejarlo enfriar.

No habría entonces cantera de andesita que encontrar, por lo menos no en los términos tradicionales. Aún así se abren grandes incógnitas sobre la logística requerida para la magnitud de la obra que se llevó a cabo requiriendo una civilización en un grado de desarrollo tal vez más complejo del que estamos dispuestos en un principio a aceptar para el continente americano hace 6500 u 11500 años. Y no haría más que abrir una pequeña rendija de luz para construcciones similares en otros puntos del globo.

Pero como ya he dicho, por difícil que parezca, tal vez sea la menos descabellada de las posibilidades.


jueves, 24 de septiembre de 2020

¿Al final será un Big Crunch?

 A principios del siglo pasado Edwin Hubble estableció una correlación entre la distancia de una galaxia y su desplazamiento al rojo derivado del efecto Doppler.

Lo cual implica que, a mayor distancia, más rápido el alejamiento entre galaxias.

De ahí nace la concepción de universo en expansión que incluso Einstein abrazó complacido, a pesar de que antes había intentando parchear sus ecuaciones con una constante cosmológica que pudiera compensar el resultado natural que éstas ofrecían y que aún hoy se sigue empleando para obtener universos a gusto del consumidor. ¿Cómo lo quiere usted, estático, expansivo, en contracción?

A tenor de las apreciaciones de Hubble y el posterior visto bueno de Einstein que vio reforzada su idea original y llegó a referirse a la constante cosmológica que la enmendaba como el mayor error de su carrera, el paradigma actual supone la expansión, además acelerada, del cosmos.

Sucede con la ley de Hubble, al menos hasta donde yo he podido comprender, y no parece demasiado compleja, que se ha escapado un pequeño detalle. Y espero ser yo el que está pasando algo por alto pero, ¿no nos han dicho siempre que cuando miramos estrella lejanas, estamos viendo, de hecho, el pasado?

Y fíjense si Hublle miraba lejos que su inconstante constante (parámetro lo llaman hoy, aún bajo discusión su cantidad exacta) se fija en una velocidad (en km/s) por cada Mpc (mepársec) que es una distancia.

Nos viene a decir que a tal distancia tanto aumenta la velocidad de alejamiento.

Según tengo entendido un megapársec son la friolera de 3,2161 x 10^6 años luz, o en cristiano: 3.216.100 años luz. Más de tres millones de años luz cada megapársec.

Desde luego que la ley de Hubble es muy interesante para saber como era el cosmos hace varios millones años, el tiempo que esa luz ha tardado en llegar hasta aquí, pero ¿qué tal si tratamos de ver algo más cercano al ahora y aquí?

Pues bien, resulta que nuestra vecina más inmediata, la galaxia de Andrómeda presenta un desplazamiento inverso en la luz que recibimos de ella, al azul. Lo cual, como además es bien sabido, implica que nos estamos acercando.

Está a "sólo" 2,5 millones de años luz, menos de un megapársec.

Y presentados los hechos, pasemos a las conclusiones e hipótesis final:

Si resulta que las galaxias que vemos más distanciadas (también en el tiempo) se alejan a mayor velocidad que otras más cercanas, como afirma la ley de Hubble, ¿no es motivo para pensar que la expansión está decelerando?

Parece claro que al mirar más atrás en el tiempo hay más velocidad, luego, si mirando información más reciente hay una reducción general de esa velocidad parece un motivo de peso para sostener que la expansión tuvo lugar y se redujo, por lo menos.

Eso vendría a confirmar como ya se entiende actualmente la teoría del Big Bang.

Pero ¿qué pasa si buscamos noticias más frescas? Pues que si nos ceñimos a la galaxia de al lado, no sólo esa expansión se ha decelerado hace mucho como indicarían otras referencias más lejanas, es que ya se habría revertido por completo la tendencia y apunta a un final del universo con un hermoso (a la par que doloroso) Big Crunch.

¿No se lo cree? ¿Cree usted firmemente en la expansión acelerada del cosmos? Pues aún tendría que explicar por qué al cosmos no le da la gana de expandirse entre Andrómeda y la Vía Láctea. Ah, ya que resulta que se acerca más de lo que la expansión la aleja. Bien, si usted se conforma con eso.

Y cabe recordar que cuando uno ve algo que sucedió hace varios miles de millones de años no tiene garantía alguna de que lo que está viendo siga ahí en el momento actual, ni siquiera sus cenizas, mucho menos que no haya visto modificado su comportamiento.

Pero insisto, espero equivocarme y que alguien pueda corregirme, por bonito que pueda ser un Big Crunch no parece un escenario demasiado halagüeño, aunque por otro lado incluso el paradigma actual da por hecha la fusión con Andrómeda en cosa de unos 4000 millones de años, día más, días menos.

Aunque de ser cierta mi conjetura no es tan mala noticia al fin y al cabo, devuelve a la noción de ciclo en la línea de los postulados del Big Bounce y peor sería una triste muerte térmica del universo en cualquier lugar del espacio bajo un cielo sin estrellas.





 

 

 



 

 

 

 



miércoles, 22 de julio de 2020

Push & ¿pull?

La observación que voy a exponer es sumamente simple, del todo básica, y precisamente por ello, considero que fundamental.

Todos estamos acostumbrados a ver esos dos términos anglosajones que están en el título y siempre bajo la apariencia de una cierta simetría, push & pull, empujar y tirar.


El problema, grave problema, es que esa simetría es del todo falsa, por muy interiorizada que todos la tengamos. La razón es muy sencilla, podemos empujar todo lo que se nos ponga por delante, pero en realidad no podemos tirar de nada, ni siquiera a merced de los maravillosos pulgares con los que nos ha dotado la evolución.

De hecho la definición de "tirar" debería ser: empujar hacia uno mismo.
Pero el hecho físico de tirar, contrapuesto idealmente al de empujar, realmente no existe a ningún nivel.

Si vd. quiere tirar de algo tendrá que ejercer una presión sobre ese algo, probablemente con su pulgar por un lado y el resto de sus dedos por otro, y será esa presión, seguramente perpendicular a la dirección en la que estire,  la que le aproximará a ese algo. Dicho de otro modo, si se para vd. a pensarlo bien, estará empujando.

Y puede parecer una tontería, pero si uno desciende a niveles aún más elementales, encontrará que ni las partículas ni las ondas tienen siquiera pulgares.

Esta apreciación cobra especial relevancia al observar fenómenos físicos que se definen como de "atracción", el magnetismo en una de sus vertientes, por ejemplo. Cabe aseverar que la naturaleza íntima del fenómeno debería consistir en un flujo de fotones con una dirección cuya repulsión es clara al enfrentar polos iguales (enfrentar direcciones iguales) y cuya atracción en polos opuestos sería más bien un fenómeno emergente resultado del empuje de ese flujo y sus trayectorias.

Todo ello como resultado de un mismo hecho físico, razón por la cual no se hallará monopolo alguno en ninguna circunstancia (las ovejas que entran por las que salen). Y como resultado del único fenómeno de interacción física que existe, el empuje. Y es el empuje el que genera ese efecto aparantemente contrario de succión.

Pero hay otro efecto de aparente atracción muy cotidiano y que todos conocemos muy bien y no es otro que la gravedad.
Einstein la definió como la curvatura del espacio-tiempo en su teoría de la relatividad.


Todos hemos visto la sempiterna imagen de la masa curvando una malla bidimensional con la que se suele representar la idea. En realidad sucedería en un espacio tridimensional (dejemos de momento aparte el tiempo, ya se ha tratado ese asunto por separado antes aquí) pero valga el símil para darnos un idea.

Sin embargo, algo hay de pensamiento circular en esa imagen que suele representar la gravedad. Y es que, dada nuestra experiencia habitual del mundo, si mentalmente nos situamos en la parte interior del desnivel que la masa crea en la malla, entendemos que debemos caer irremediablemente por efecto de... la gravedad.

Quiero decir, que a la representación de gravedad hemos de sumar nuestra noción habitual de gravedad de caer por un desnivel. Y hay algo que no termino de entender, si yo me sitúo en cualquier punto de la malla, ¿por qué debería caer hacia ningún otro punto?

E insisto, si la gravedad es sólo una cuestión de la morfología o topología del espacio que queda representada ya en la malla, ¿por qué he de añadir a la representación mi noción cotidiana de verme expuesto a caer por un desnivel?

Algo ha de haber que nos empuje a caer por esa deformación del espacio y la propia deformación de éste no sería motivo suficiente. Quiero decir, si camino por un acantilado sé que me desplomaré contra el suelo por efecto de la gravedad, de no haberla flotaría, pero ¿es preciso decir que la gravedad es sólo el acantilado?

Y si la gravedad es la deformación del espacio, ¿entonces qué es lo que nos empuja? Porque a estas alturas debería estar más que claro que no hay nada que "tire" de nosotros.

No en vano la gravedad es una de la "fuerzas" (interacciones, dicen ahora) peor comprendidas por la humanidad y, paradójicamente (o tal vez precisamente por eso) un fenómeno consustancial a la propia existencia de la humanidad con el que se ha convivido desde el principio.

Tal vez debamos intentar verlo todo justo al revés de como estamos acostumbrados a verlo para hallar una solución. Tal vez el vacío sea un medio a presión y la materia una expresión de menor densidad de éste. Y entonces sí sería al revés, no es que la tierra "tire" de nosotros, sino el vacío que nos empuja contra ella.

O tal vez no, pero lo que es del todo seguro es que nada tira de nosotros, en todo caso nos empuja.



martes, 31 de marzo de 2020

Todo mal

El problema que está saliendo a relucir es que toda la estructura económica se ha erigido alrededor de una única meta que es la maximización de beneficios, dejando de lado cualquier otro tipo de consideración. Aquí y en todas partes, y además se ha tenido el valor, o más bien la poca vergüenza,de llamarlo "eficiencia".

Por encima de medio ambiente, derechos humanos, justicia social y la más simple y pura supervivencia y viabilidad de la especie humana. El que siembra vientos recoge tempestades. Y al parecer se acerca una buena cosecha.

De seguir así, evidentemente, no será la última. Hay otras crisis futuras anunciadas mucho más seguras que no dependen de lo avatares de la supuesta zoonosis de un virus. Quizás tengamos suerte si esto supone un toque de atención: estamos haciendo todo mal desde siempre. Lo sorprendente en realidad, si uno se para a pensarlo, es que hayamos llegado tan lejos.