viernes, 8 de marzo de 2024

La clave

 

Intentaré ser breve, últimamente no dispongo de mucho tiempo. Lo cual no es excusa para no decir algunas cosas que han de ser dichas. Así que hoy traigo una imagen, de esas que dicen que valen más que mil palabras. Hay imágenes que pueden condensar una época o un siglo. O incluso tal vez mucho más.

A estas alturas y aunque, como cualquiera, en cualquier momento pueda dar un patinazo de órdago, creo que he llegado a tener un punto de vista privilegiado sobre la realidad respecto al de la opinión pública o respecto a la media.

Y, llegados a este punto, a una distancia más que considerable de los muchos, preguntándome por las causas de tal circunstancia, me ha venido a la mente esta imagen:

Desde luego, como siempre, no hay una sola causa: se requiera demás una actitud vocacional de pensamiento permanentemente crítico respecto a todo. Tal vez el hecho de no dedicar tiempo en absoluto a socializar libere de muchas distracciones. Eso, y los años. Pero muchos individuos comparten esos rasgos, al parecer más de los que llegan a adentrarse tanto en la madriguera.

Pensando en detalles más particulares me he acordado de la imagen de Himmler visitando Montserrat. Un dato más bien pintoresco, incluso absurdo dentro de la concepción más extendida de la realidad. Como de costumbre, la repuesta para la mayoría de las explaciones para las acciones del régimen nazi es lo bastante sencilla como para que todo el mundo pueda entenderla. Algo, por cierto, muy en la línea de las tesis de Goebbles: que estaban locos. Es una suerte de comodín, al fin y al cabo sirve para explicar absolutamente cualquier cosa.

Desde mi punto de vista lo que diferencia a los locos, fundamentalmente, es que obedecen a razones equivocadas. Bien podríamos tildar como tal, bajo esa definición, a la inmensa mayoría de la población.

Hay que tener una premisa clara: yo vine a este mundo sin tener la más puta idea de nada y la mayoría de lo que creo saber es porque alguien me lo ha contado, y por extrapolación supongo que como todos. Lo digo porque, a base de indefensión aprendida, muchas veces nos puede parecer que llegamos a un mundo donde “se sabe todo” y nosotros somos los únicos ignorantes. Ciertamente no parece que sea así.

La foto no es importante porque responda en realidad nada. Es importante por las preguntas que abre y quedan tan deficientemente respondidas por el relato de consenso. El de la industria del entretenimiento, los medios de comunicación, la educación…

Montserrat es un lugar bastante conocido en Catalunya, además de por el singular tallado de las rocas que allí se elevan y el monasterio empotrado en ellas, suele ser frecuentado por “cazadores de ovnis”, “amigos del misterio” y personajes semejantes. Y puede que alguno se esté frotando la manos al leer esto pero la verdad es que el tema no va por ahí exactamente.

Lo sorprendente es que todo un jerarca del tercer reich pudiera contarse entre similar clase de “chusma” a la descrita. Pero, aún más allá de lo que pudiera ser un fetiche personal, una deformidad particular, es harto conocido el interés de los nazis por, digamos “lo oculto”, hasta el punto de tener un departamento dedicado a tales asuntos, bajo la dirección del propio Himmler.

Hasta se ha caricaturizado a través del cine en las películas de Indiana Jones. Cosas de las películas, claro. Pero lo cierto es que el Himmler que estaba ahí era muy real y las decenas de millones de muertos de la segunda guerra mundial, cuyo relato nos ha sido legado, se antojan también bastante reales.

Y no hablamos de una tribu de desarrapados y las creencias de sus hombres medicina, hablamos de una potencia industrial con las mejores ciencias y tecnología del momento. Y mucho después de que Einstein hubiera publicado sus teorías de la relatividad.

Desde luego la foto por sí sola tampoco puede decir gran cosa desprovista de todo el resto de contexto: sin saber como funcionan las sociedades y sus gobiernos, sin saber el papel de los países y como funciona el mundo, sin tener una mínima noción de los derroteros por los que ha transcurrido la historia.

Y aún así desde mi “privilegiada” perspectiva tras años de tozuda curiosidad apenas he empezado con ello a arañar cierta superficie. La cantidad de posibilidades a contemplar es realmente absurda, pero tal vez estemos en condiciones de trazar algunas líneas generales.

Sabemos todos que las guerras son por la economía, una cuestión fundamental, claro. Que es una manera algo más sofisticada de decir “por dinero” y un eufemismo para camuflar cierto grado de esclavitud. Como siempre ha sido.

Podemos dudar de muchas cosas, pero lo cierto es que a las pocas horas de que termine estas líneas millones de despertadores empezaran a sonar llamando a buena parte de la población al trabajo. No a todos, por supuesto, ni todos ocupan lugares equivalentes en la muy compleja jerarquía, pero ése es el hecho.

A esa clase de contexto sobre cómo funciona el mundo me refiero. Naturalmente a uno no le van a decir desde pequeño que es un esclavo y que trabajará toda su vida, los métodos se han refinado bastante pero los hechos son invariables. Lo comento porque desde siempre la esclavitud ha sido la forma de obtener mano de obra barata y la causa de muchas guerras, en parte de todas, pero sin duda no la única.

Porque si la economía es fundamental, aún más fundamental es la energía. No creo que haga falta siquiera poner ejemplos del papel clave que juega a todos los niveles. Y es hasta este punto donde llegan los análisis geopolíticos más profundos entre los que se difunden. Táctica, estrategia, geografía, intereses comerciales. Pero falta algo ahí de lo que no se suele hablar tanto.

El papel de la información. Creo recordar alguna anécdota militar en el que se desvía de su objetivo a una división enemiga con el simple hecho de cambiar un cartel en un desvío. Al más puro estilo del coyote y el correcaminos. Antes de que existiera GPS, claro, ahora el equivalente sería hackearlo. En ese mundo “que ya sabe todo” vivimos. Y sí, lo cierto es que parece un chiste.

Dado el contexto propuesto, el de una masa proletaria esclava que sirve a los intereses de una élite, incluso muriendo en guerras que probablemente poco tengan que ver con sus intereses reales, no es difícil entender que la información sea materia reservada, no lo que difunden en los telediarios.

Eso no es información, eso es un input para obtener un output. Punto. Y el resultado es no saber ni en el mundo en que se vive con el resultado obvio de ser manipulado. Desde la cuna hasta el féretro.

Pero bueno, ¿cuál es esa gran verdad oculta? Pues lo cierto es que no tengo ni puta idea y voy dando palos de ciego, igual que tú. Igual que la gran mayoría. Y ésa es una premisa necesaria, como ya se ha mencionado.

Nadie se molesta en aprender bien algo que no sabe que sabe mal. Asumir que no se sabe absolutamente nada es una posición de gran ventaja respecto a muchas otras. Pero no vamos a entrar en lo que se podría llamar conocimiento negativo, volvamos a la información. Eso que dice la máxima que equivale a poder.

Volviendo al ejemplo anterior, lo cierto es que uno no puede alcanzar su objetivo si no conoce el camino y le cambian las señales en un desvío. Eso es información. Información, conocimiento, es el medio de vida de la mayoría: pagamos en buena parte por servicios en los que los conocimientos requeridos para su puesta en marcha y funcionamiento exceden a los nuestros, además de otras cuestiones de economía de escala.

No cabe subestimar la complejidad de procesos que conforman el mundo en el que vivimos, pero tampoco es razón para renunciar a trazar unas líneas generales. Tampoco creo que haya que ilustrar mucho más la importancia del papel de la información, aún más fundamental que el de la energía.

El problema es que es un concepto aún más general si cabe que los anteriores: economía, energía, información. Y volvamos a recordar que nadie tiene ni idea de nada: vivimos a unos pocos siglos de lo que se vino a llamar el “descubrimiento” de América. Unas cuantas generaciones, en realidad en términos históricos hace apenas dos días.

Un ejemplo remarcable que escuché no hace mucho es que Cleopatra está mucho más cerca de ser contemporánea nuestra que aquellos que erigieran las pirámides, y eso a tenor de la cuestionable datación actual. No nos es sencillo trabajar con magnitudes que se escapan de nuestro rango cotidiano.

La historia moderna, en sí misma, desde la Grecia clásica, podríamos decir, es un invento en realidad bastante reciente. Se hace obvio por lo tanto que aquí han sucedido infinidad de acontecimientos de los que no tenemos ni la menor idea.

Otro ejemplo sencillo es remontar el árbol genealógico. Se pierde a las pocas generaciones, suponiendo que lo allí asumido sea correcto, dada la naturaleza del género humano. Ni como individuos ni como especie tenemos al final la menor idea de dónde venimos.

Podría parecer una pregunta para filósofos y eruditos muy alejada de la práctica pero lo cierto es que comprender los procesos es clave para entender los mecanismos, extrapolarlos y actuar con eficacia. La frase con la que Oppeheimer establece su responsabilidad respecto a lo acontecido en Hiroshima y Nagasaki es propia de un ratón de biblioteca, sin embargo estaba al frente de un equipo de científicos que cambia el equilibrio de poder en el mundo. Nada más lejos de la abstracción teórica y sin embargo cita textos sagrados hindúes con sus palabras.

Explicar la importancia de la historia para el pensamiento de las mayorías que la educación del sistema ha construido hoy es aún más difícil que explicar la importancia de la ciencia base.

Hay cosas baratas, hay cosas caras y hay cosas que no tienen precio. Tal como solemos interpretarlo lo suele determinar su escasez. Y lo cierto es que la información del pasado es muy, muy, muy escasa. E inevitablemente omnipresente a la vez. Pero no cabe confundir datos con información ni información con conocimiento. Es correlacionando unos con otros como se accede al siguiente nivel, como se obtiene el efecto emergente, un principio fractal que además de en todas partes se observa también en la biología.

Pero volviendo al tema, si la información es tan importante, tanto o más que la economía y la energía, aunque en un eje distinto, ¿puede ser tal recurso objeto de disputa como otros que se señalan más habitualmente en conflictos bélicos?

Tal vez el caso más cercano al propuesto y más conocido sea el del espionaje industrial. Y dentro de éste, el de la industria militar y ya nos adentramos en terrenos de “seguridad nacional”.

Y dicho esto, tal vez ya estemos más o menos en condiciones de comentar la foto. Esa foto que sin más contexto roza el surrealismo. De hecho, con lo hasta aquí dicho, algunas de las preguntas que plantea deberían empezar a responderse un poco solas.

Desde luego no de forma concreta, pero empiezan a apuntar a un cierto rango de posibilidades.

Al final sólo hay una regla de oro, asumir que no sabes absolutamente nada. Y que, probablemente, el otro tampoco. Pero qué mal que lidian los egos con sus ignorancias.

***

El texto podría finalizar aquí. Se sientan las bases para poder reflexionar en determinada dirección y probablemente cierto tipo de personas se puedan sentir estimuladas para ello. Aunque seguramente la reacción primaria no sea favorable, más bien de frustración: no hay ninguna respuesta en realidad. Ni mucho menos fácil, sencilla y concreta.

Propone más “trabajo” del que que uno está dispuesto a asumir para un asunto que en principio es bastante secundario para con sus prioridades. Y ése es precisamente el mecanismo que utilizan para manipularte. Uno entre muchos, en realidad.

Para ser justos no se trata de no poder esbozar ciertas respuestas atinadas que tienen mucho que ver con el mundo en el que vivimos hoy y en concreto con la situación geopolítica presente, sucede que exceder la presentación de la idea y desarrollarla apropiadamente seguramente exceda unos límites razonables.

Sin embargo algunos argumentos de esta línea ya han sido propuestos en trabajos anteriores:

https://www.meneame.net/m/Los12monos/importancia-crimea-1

No obstante, algunos pueden seguir pensando que es una absoluta locura que Himmler se presentara en Montserrat preguntando por el "Santo Grial", si es que fuera eso lo que buscaba, tal como se suele decir, sin saber siquiera qué cosa es exactamente.

Pero lo cierto es que la actualidad de hoy la conforma el genocidio de una población por parte de unos señores que sostienen que tales tierras le fueron otorgadas por dios hace tantos milenios. Y sí, seguramente es una absoluta locura. Pero lo cierto es que la conducta del otro no vienen determinada por la propia percepción de la realidad.

Como apunte final, es una lástima no haber encontrado espacio para mencionar los valores del humanismo y la ilustración hablando del contexto actual pero me temo que en el gran esquema de las cosas siguen sin ocupar un lugar que exija dirigir alguna de las pocas pinceladas dedicadas a situar el panorama más allá de esta nota al pie.












miércoles, 7 de febrero de 2024

Atemperando a Bach (Desde la teoría marxista)

 


Ya hace más de 300 años del primer libro de “El clave bien temperado” de Bach. En él desarrolla una obra para cada una de las tonalidades, demostrando entre otras cosas que su método de afinación temperada* funciona para todas las tonalidades. Dentro e lo que es el paradigma de la música occidental, por supuesto.

Es un avance teórico y técnico respecto al problema que ya hizo fruncir el ceño a Pitágoras, bastantes siglos antes. No muchos de los no avezados en teoría musical lo conoce pero no difícil de explicar.

Si hemos de hablar de los pitagóricos, y más en este contexto, es imposible no recordar la anécdota de la irracional raíz de dos. A pesar de la belleza y la importancia capital del teorema que lleva su nombre terminaron en un escollo: el simple triángulo rectángulo con catetos de valor uno arroja una longitud irracional para la hipotenusa.

En un número irracional, como lo es también pi, la secuencia decimal se diría que no termina nunca. No debería resultarnos difícil entender el modo en que la interpretación de tal asunto podía llegar a turbarles, se cuenta que tanto como para para tirar por la borda a un advenedizo que reveló el oscuro secreto que perturbaba su armoniosa visión del mundo. O eso es lo que nos ha llegado. Seguramente podrían haber aceptado una fracción, un número racional, en lugar de uno natural, pero en ningún caso uno irracional.

Sin duda apuntaba a un error en su interpretación del mundo. Y no es que el mundo haya dejado de ser “elegante”, pero sin duda es más complejo. Comento la anécdota como ejemplo porque pasa algo parecido con la música.

Los hertzs (o hercios) vinieron después, pero Pitágoras ya se dio cuenta de que los tonos que producen las pulsaciones de dos cuerdas, de la mitad y el doble de tamaño la una respecto al otra, producen una relación que el oído entiende como “armoniosa”. Y lo mismo en la relaciones enteras: 2:1 la octava, 3:2 la quinta y así.

Hoy definimos la octava como el doble o la mitad de la frecuencia, en lugar de la longitud de la cuerda, pero dada la relación matemática existente es exactamente lo mismo. Y se ha impuesto el La de 440 Hz que para los que ya somos un poco viejunos nos sonará como el tono de línea que ofrecía el teléfono al descolgarlo. Eso era un tono sinusoidal puro, sin armónicos, que son otras frecuencias que suelen acompañar a los sonidos naturales, de 440 ciclos por segundo, que es lo que es un Hertz, un ciclo por segundo.

En tiempos de Bach no sé si se seguía tirando a gente por la borda o no, pero lo cierto es que el problema estaba lejos de estar resuelto, y es un problema matemático. Que matemáticamente no tiene solución en los términos que se plantea, si embargo Bach propuso lo que vendría a ser una “solución de compromiso” que aún determina la afinación de los instrumentos occidentales hoy en día. Es difícil excederse halagando a Bach. Aún así puede que no este dicha la última palabra sobre este problema.

No es ningún secreto, como la irracional raíz de dos de los pitagóricos, pero como decía no es muy conocido fuera del ámbito de la música o más bien de su estudio. Se llama, no por casualidad, coma pitagórica.

La música, y sobre todo la armonía (que vendría a ser la relación entre melodías) se forma por sonidos a unos determinados intervalos, que son las distancias entre las diferentes notas.

El problema es que si uno parte de una frecuencia determinada y va multiplicando por dos para calcular las octavas perfectas y a su vez hace lo mismo con otro intervalo, típicamente el de quinta para el ejemplo, se genera el desfase, una desviación creciente. Por eso se suele resumir en que “12 quintas no equivalen a 7 octavas”. Nunca logro desprenderme de la impresión de estar hablando en galones y yardas como si el sistema métrico aún no hubiera sido planteado.

Total, que la ilusión de esa armonía celestial y perfecta que nos transmite a veces la música, es eso, una ilusión. La cosa es que los números no cuadran bajo la segmentación de 12 notas en las que dividimos el intervalo de una octava. Y no es una entelequia matemática sutil e inapreciable a efectos prácticos, ni mucho menos. Antes de la afinación temperada propuesta por Bach se convivía con la llamada “quinta del lobo”, que al final suponía evitar ciertas notas en ciertas escalas ya que sonaban significativamente disonantes, de ahí lo del lobo, como una especie de aullido que al final no identifica otra cosa que la ya mencionada coma pitagórica.

Y Bach, en lo que sería una aproximación diríase que comunista a lo que supone el problema, lo que plantea es repartir ese desfase entre todas la notas de la octava para no llegar a una y que chirríe tanto. Mejor que todas estén un poco desafinadas y de ese modo se pueden tocar todas las notas en todas las tonalidades sin que ninguna suponga una disonancia tan significativa. Claro que el precio es desafinarlas todas. Luego, no hay intervalos perfectos más allá de la octava en la música actual. Y bueno, tampoco nos va tan mal, ¿no? Total, para la música que se hace.

Sucede que cuando Bach muere aún faltaban 107 años para que Hertz naciera. La idea de frecuencia como causa de la altura de la nota en relación a un determinado números de ciclos de oscilación está hoy mucho más asentada. No es poco el trabajo sobre ondas desarrollado desde entonces.

La imagen obtenida mediante infinidad de representaciones de formas de onda ha hecho mucho más clara la relación inversa entre longitud de onda y frecuencia.

De la misma manera que resumir la idea de comunismo en que “todos tengan lo mismo” o que “se reparta por igual a todos” es una apreciación muy burda, algo parecido podríamos objetar sobre la solución propuesta por Bach.

Y va a ser jodido que Marx tenga que venir hasta a afinarnos el piano, pero lo cierto es que si entendemos bien aquello de “a cada cual según su necesidad y de cada cual según su posibilidad”, vemos que el temperamento de Bach, aunque de vocación acertada, aún se podría refinar un poco.

Si no todas las notas tienen la misma frecuencia es porque no todas las notas tienen la misma longitud de onda. Luego, no es lo mismo, por ejemplo, añadir o restar 1 Hz respecto a los 440Hz del La 4 que hacerlo sobre cualquier otra nota. Porque proporcionalmente a su frecuencia el desvío que se genera es diferente. Es un hecho matemático.

Lo cierto es que no dispongo ni del tiempo ni del interés, y puede que tampoco de la capacidad, para abordar formalmente el estudio del problema hasta sus primeras causas. Supongo que, como todo en la vida, es una cuestión de prioridades. Pero el hecho de que Marx tenga que venir hasta para afinarnos el piano dice bastante de nuestro tiempo. Los grandes genios sólo hallan interlocutor en la posteridad. Los que no son olvidados, claro.


*P.D.: Haciendo algo más de prospección sobre el tema uno puede encontrar, contra la afirmación más ampliamente difundida y también aquí planteada, que el temperamento usado por Bach en la obra mencionada al parecer no sería exactamente el “temperamento igual” que divide la octava en 12 tonos idénticos que ha quedado establecido finalmente, sin que exista certeza absoluta sobre cual sería exactamente ese temperamento.