sábado, 19 de marzo de 2022

El teléfono escacharrado

Supongo que todo el mundo conoce el juego infantil pero si vamos un poco más allá, ya como adultos, desde la teoría de comunicación es conocido que la calidad de la información se va degradando con su transmisión, un poco como una fotocopia que va perdiendo el detalle o tal vez añadiendo alguna irregularidad.

Y eso es en el caso de que el "teléfono" funcione bien, si está "escacharrado" puede ser aún más divertido.

Que todos tenemos ese moderno teléfono que es a la postre internet "pinchado" y que los servicios gratuitos que disfrutamos amasan ingentes cantidades de dineros con nuestros datos no es nada nuevo, es modelo de negocio trunfante e imperante. Comparado con eso la publicidad es pecata minuta, al fin y al cabo, dicen, la información es poder.

Pero a ese teléfono que siempre va a funcionar mal por definión y que además está escacharrado le podemos añadir un martillazo más en forma de algoritmo. Porque accedemos a internet pensando que nos va a mostrar el mundo tal y como es. Craso error.

No se engañe, si usted no sabe lo que es el SEO yo se lo resumo: las páginas de su buscador de confianza no difieren mucho al final de las páginas amarillas, al final lo que usted ve no es el mundo a través de una ventana, lo que ve al final es publicidad. Contenido promocional, promocionado, como se quiera decir.

Los viejos que vimos nacer internet teníamos otra idea acerca de como sería esto. Al final ya pagamos nuestra cuota de conexión para poder intercambiar información con otras partes del mundo, algunos habrán oído hablar de la llamada "neutralidad de la red". Eso es la no discriminación en la calidad y posibilidad de conexión por parte de nuestro proveedor. Ya ha estado en jaque, de momento parece que aguanta, pero tal como van las cosas ya veremos cuánto.

Pero una vez dentro de internet, aún asumiendo esa neutralidad, lo que impera es la ley del algoritmo. Que no por casualidad es poco más o menos la ley del dinero. Es una historia más vieja que el pan, ¿quiere usted con su negocio aparecer en los primeros resultados de nuestra búsqueda, lo cual le reportará pingües beneficios? Pague.

Es y siempre ha sido así, no es sólo un problema de la vieja prensa de papel, que hoy en su supervivencia con respiración asistida resulta más evidente que nunca. En la radio le llaman "payola". Son a la postre espacios publicitarios más que medios de información. Ya Lenin decía aquello de que la libertad de prensa es la voluntad del dueño de la imprenta. Y esa voluntad suele tener bastante que ver con ganar dinero. Ninguna de esas cosas ha cambiado de forma significativa con internet.

Nos han hecho entrar en su lógica casi sin darnos cuenta, y en principio era hasta razonable, el que más paga, más presencia tiene. Y tiene mucho sentido, pero por si no fueran ya bastante perniciosas las consecuencias que se desprenden de tales principios (¿o tal vez hablamos de la ausencia de los mismos?) la distorsión cada vez ha ido a más y sin perspectiva de cambiar de trayectoria.

Hasta el punto surrealista de que en algunos partes da igual lo que uno busque, el resultado de su búsqueda va a ser el contenido promocionado. Pecamos de ingenuos, tal vez pensamos que el nuevo ecosistema virtual se autorregularía como lo hace por ejemplo la economía bajo las tesis neoliberales. Y lo cierto es que lo hace exactamente igual, el que paga manda y el que no puede pagar no existe. Ése es el mundo que vemos a través de internet. Pero hay mucho más mundo ahí fuera, incluso dentro de internet, simplemente no se nos muestra en aras de la rentabilidad de nuestro proveedor de servicios cada vez menos gratuito.

Porque algunos ingenuos pensamos que las plataformas que nos sirven para comunicarnos deberían hacer gala de cierta neutralidad, pero si esto furra un partido de fútbol aquí el árbitro va con el equipo que le parece y de vez en cuando nos mete un buen gol por la escuadra.

Son empresas privadas, arguyen algunos, y pueden prestar el servicio en las condiciones que ellos consideren. Claro, también lo son las operadoras que nos proveen la conexión eso no inavlidad un principio tan básico como la mencionada neutralidad de la red.

O acaso se puede imaginar alguien por ejemplo, dos plataformas de video, y que a una que paga a las operadoras se le ofreciera una velocidad de conexión excelente y a la otra se la boicoteara por no pagar tal "impuesto revolucionario", "protección de la familia" o simple y llanamente extorsión.

No, nadie puede imaginar tal cosa porque para eso haría falta competencia y no los monopolios de facto en los que estamos ya inmersos.

Pero si ya nos pasa con los periódicos, donde se mezcla sin vergüenza información y opinión, si es que queda algo de lo primero, no nos puede sorprender que información con publicidad. ¿O no son enternecedores esos publireportajes que hacen en el plató del telediario? O al revés, ¿qué tal esos espacios de las casas de apuestas donde informan de la evolución del partido en un alarde de generosidad?

Pero en los momentos cruciales, cuando de verdad hay cuestiones importantes en juego, cuando el acceso a la información es más importante que nunca... es entonces cuando a nadie quepa duda que la puñalada es segura. Pero bueno, son empresas privadas, no un servicio público, están para hacer dinero, y eso sí se les da bastante bien. Pero no hay que olvidar.

No hay que olvidar que cuando accedemos a una plataforma de intercambio de mensajes breves en la que todo el mundo se puede comunicar, no todo el mundo puede participar. O cuando vamos a ver un video en nuestro portal de confianza (¡ja!) vemos al final sólamente lo que nos muestran. Lo mismo cuando revisamos los resultados de una búsqueda.

Ovidamos el pequeño detalle de exigir imparcialidad y transparencia y ahora viviemos en una realidad virtual, disminuida o aumentada, según el caso. Pero nada que ver con lo que en realidad hay ahí fuera. Vivimos en un eterno corte publicitario.

Supongo que es demasiado pedir para una empresa privada, tiene su sentido que sus sugerencias sean del contenido mayoritario y probablemente el mejor financiado. Inluso cunado esté accediendo a contenido minoritario. Y es ahí cuando tiene lugar el curioso fenómenos de la expansión.

La expansión, sobre una onda de audio es proceso que consiste em acentuar los picos y por lo tanto atenúa aún más los valles. La compresión de una onda es el proceso inverso. Bien, pues si imaginamos una gráfica donde el contenido mayoritario se representa en los picos elevados el minoritario en someros valles, la ley del algoritmo imperante lo que hace es expandir esas diferencias que ya existen de partida y las acentúa con cada simple actuación. Vamos por raíles hacia el pensamiento único.

Para los que creemos en la libertad de expresión, ya no como una cuestión de derecho, sino como la forma más eficiente de producir progreso, la magnitud del desastre no se puede exagerar. Ni siquiera las llamadas cámaras de eco escapan al algoritmo. De ahí que se produzca una polarización antes que una diversidad.

Así que, ya bien entrado el siglo XXI, con flamantes teléfonos en el bolsillo por los que pagamos varios cientos, es bastante cómico darse cuenta de que están completamente escacharrados. Nos espían, sólo nos muestran publicidad y censuran, por el mismo precio. ¿Qué más se puede pedir?

Según el fenómeno de expansión propuesto no es de sorprender entonces que cualquier persona con cierta fama, por excelente que sea su trabajo, esté por definición sobrevalorada. Pero esa expansión no es nueva, al final es como funciona el capitalismo, el que más tiene más gana y el que paga manda. Y todos deberíamos conocer lo que Balzac entendió que se encontraba tras cada fortuna.

Supongo que el error fue pensar que internet, lo que iba a ser ese nuevo mundo podría ser diferente, incluso mejor. Ahora ya parece un lejano sueño que jamás tuvo sentido. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que muchos ni siquiera lo sospechan y creen que lo que ven a través de sus pantallas es la realidad. Y en función de esa realidad que no existe toman las decisiones de su día a día, así que algunos que aún no se han acabado la toneladas de papel de water de las que hicieron acopio durante el estado de alarma han hecho el hueco justo para las garrafas de aceite de girasol y ya la leche igual ni cabe... Pero, ¿acaso no es maravilloso hasta qué punto nos manejan como imbéciles?

A nadie se le debería olvidar que a la postre internet es un invento militar. El embrión de lo que hoy es la red debía servir para poder mantener las comunicaciones en caso de holocausto nuclear. No vale hacerse los sorprendidos cuando veamos que se utiliza como un arma. Tal vez tampoco cuando empiecen a caer las bombas.