domingo, 27 de noviembre de 2016

Secretos de estado: Nunca hubo democracia.

Las personas tomamos nuestras decisiones siempre en función de la información que poseemos y eso incluye, por supuesto, la decisión de voto.

Sin embargo la información más relevante que manejan los estados sobre diversos asuntos cruciales (seguridad, política exterior, etc) queda archivada bajo secreto y no es divulgada.

Quiere decir que, en lo que son sin duda los aspectos más importantes de un país, los ciudadanos no tienen ninguna posibilidad de escoger.

Se arguyen para justificarlo cuestiones de seguridad, claro.
Es comprensible que un juez decrete el secreto de sumario en los casos que la divulgación pueda interferir en la propia instrucción del mismo, igual para el caso de una investigación policial.

También se puede comprender, en el ámbito del derecho, el secreto que avala a abogado y cliente con la finalidad de garantizar una defensa justa, tal como solemos entender, aunque éste pueda problemente ser más discutible.

Se puede entender el secreto profesional médico - paciente ya que concierne a una esfera principalmente personal que consideramos dentro del ámbito de la privacidad.

También los secretos industriales en el marco absurdo de competencia al que nos ha abocado el sistema económico.

Parece no menos razonable que el voto sea secreto para que se pueda ejercer libre de coacción. Aunque en mi opinión no debiera ser necesario en sociedades que garantizan una mínima libertad.

Pero ¿qué es el secreto de estado en una democracia? Simplemente una parte del estado que queda al margen de la voluntad de los electores. Pero no sólo es en lo tocante a las cuestiones más elementales de seguridad, abarca todas las relaciones dilpomáticas y buena parte de la política exterior.

La excusa tan cacareada de "seguridad nacional" es una gran alfombra donde los estados guardan todo tipo de basura que el público no debe conocer.

No es difícil darse cuenta de ello si un repara en filtraciones como el denominado Cablegate de Wikileaks entre otras aún más sonadas.

¿Qué clase de democracia relega el derecho a decidir a los asuntos triviales e irrelevantes? ¿De que sirve el sufragio si no se dispone de la información para ejercerlo apropiadamente? Las decisiones importantes están dispuestas antes que las urnas.

La conclusión es sencilla. Lo que llamamos democracias lo son poco más que en apariencia. Y jamás podrán serlo mientras los estados mantegan secretos respecto a sus ciudadanos. Son incompatibles con la democracia.

Claro que, en un mundo salpicado aquí y allá de paraísos fiscales blindados bajo el secreto bancario ¿a quién le puede extrañar? Nunca hubo democracia.