sábado, 3 de agosto de 2019

El ventilador cuántico

Ahora que con el calor muchos andamos todo el día pegados a un ventilador parece buen momento y además es en parte el motivo de compartir la siguiente reflexión.

Pongámonos en el caso de alguien que jamás hubiera visto un ventilador. Al fijarse en él vería lo mismo que todos, el círculo consistente que crea el giro de sus aspas. Por eso mismo no podemos apreciar con certeza el número de aspas que posee mientras está en movimiento. Alguien con ciertas ínfulas pseudofilosóficas podría afirmar que las aspas no poseen una posición determinada y no siguen una trayectoria, sino que poseen una probabilidad de hallarse en un lugar determinado y que esa es su indeterminada naturaleza íntima.

Esa es en cierto modo la apariencia, como consecuencia de su rápido movimiento, pero todos sabemos que las apariencias engañan y que tal vez Bohr y Heisenberg, por las latitudes que habitaron, no tuvieron necesidad de usar con frecuencia ventiladores para alcanzar a advertir esta simple analogía.

Así, todos sabemos que existe un número determinado de aspas, sea el que sea,  que siguen una trayectoria concreta y que poseen una posición cierta en cada espacio de tiempo. Todo ello aunque la apariencia señale lo contrario y en nuestra escala de velocidad esas aspas supongan un muro sólido e infranqueable.
Aunque no tengamos la capacidad de medirlo estando el cuántico ventilador en funcionamiento.

No por ello hay que volverse loco y reaccionar como un hombre de las cavernas en busca de la brujería que alimenta al ingenio y afirmando que se comporta según unas leyes que nos son desconocidas y distintas del resto de realidad que nos rodea. Lo que cambia es la escala, de velocidad en el caso del ventilador y además de tamaño en el caso de la física cuántica.

Y llevando el ejemplo aún un poco más lejos, imaginando que fuéramos capaces de encajar las aspas de dos ventiladores girando a la misma velocidad, es obvío que girarían en sentidos opuestos. Luego, conocida la dirección de giro de uno, conocida por simple eliminación la dirección de giro del otro, condición que se mantendría aunque los separemos ya no kilómetros sino años luz, si nada interviene en revertir ese sentido de giro (asumiendo que el giro posee tal condición objetivable como lo es un sentido, pero es harina de otro costal y materia para otro capítulo).

Afirmar que las aspas están en más de un lugar al mismo tiempo, a modo de superposición, es no entender el efecto que se genera con la velocidad de rotación y limitarse a señalar de nuevo lo aparente.
Sucede que a efectos prácticos, en nuestra escala de velocidad como decíamos, no nos va a ser factible meter el dedo en un ventilador y sacarlo sin que las omnipresentes y aparentemente superpuestas aspas nos cacen en atrevido dedito. El del medio, por ejemplo.

Ahora bien, disparando una bala lo suficientemente rápida se podría atravesar el espacio que abarca el giro de esas aspas sin dañar ninguna.
Y otro ejemplo más, el ventilador que suele llevar un ordenador suele girar a una velocidad del orden de mil revoluciones por minuto. Eso sería aproximadamente unas 15 o 20 revoluciones por cada segundo. Si ese dedo en lugar de moverse a la velocidad acostumbrada lo hiciera cien veces más rápido nuestro ventilador completaría una vuelta cada cinco de estos nuevos segundos en el nuevo tempo del dedo acelerado.

La metáfora es la misma que la de la bala. Y la idea es señalar que subyacen exactamente los mismos principios físicos aunque las diferentes escalas les puedan dotar de apariencias radicalmente distintas. Las leyes de la física, si son correctas, son universales. Y eso abarca también las diferentes escalas, no hay un mundo de lo muy grande y lo muy pequeño, hay un solo mundo construido bajo los mismos principios. Y aquel simple operario que ensambla los ventiladores en una cadena de montaje lo sabe con certeza, no hace falta ser arquitecto para comprender que lo que uno está observando no es ni magia ni ninguna nueva física sino efectos en otras escalas que no son menos fascinantes.

Simplemente miren al ventilador, además de disfrutar de la liberación del aire que recoge la temperatura de su piel intercambiado por otro más fresco, miren como gira, tan rápido que la forma de sus aspas conforma un nuevo cuerpo con la forma de su trayectoria. ¿No es maravilloso? Casi tanto como su constante brisa en un día caluroso de verano. Disfruten de su ventilador de confianza, de su compañía, y por qué no, de sus enseñanzas.

Ah, y que nadie me diga que el ejemplo no es válido porque el movimiento de un ventilador se desarrolla en un plano perpendicular a su eje y la realidad es tridimensional. Por supuesto que lo es. Sigan la analogía, seguro que llegan ustedes solos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario