martes, 13 de agosto de 2019

El caballo de Troya

Esto no va ni de griegos ni de infiltrados. Es una descripción sencilla que ojalá sirva para prevenir a alguien acerca de una de las estrategias observadas en el hacer del poder. Y va como sigue:

Supongamos que yo quiero comer de primero pasta, de segundo pollo y de postre helado. La estrategia entonces es sencilla: harán varios menús con helado de postre pero sin pasta ni pollo, algunos con pasta, otros con pollo y otros con pasta y pollo pero con fruta de postre. Y uno acaba comiendo fruta por podrida que esté.

¿La solución? Elaborar el propio menú, razón por la que existen insalvables dificultades para ello. Vía muerta, ergo, queda como suelen decir el derecho al pataleo, queda gritar bien alto que uno no quiere fruta: ¡No quiero fruta hijos de...! Con lo cual es probable que a uno le echen de la fila y tenga que buscar otro menú aún menos acorde con sus preferencias.

Igual hasta aquí suena un poco raro. Si explico que lo hasta ahora dicho es un artículo sobre política y no sobre las ventajas de comer a la carta igual se entiende de forma más clara, aunque en realidad dicha estrategia incide en diversos ámbitos de la vida. Que disfruten de su postre.

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