La observación que voy a exponer es sumamente simple, del todo básica, y precisamente por ello, considero que fundamental.
Todos estamos acostumbrados a ver esos dos términos anglosajones que están en el título y siempre bajo la apariencia de una cierta simetría, push & pull, empujar y tirar.
El problema, grave problema, es que esa simetría es del todo falsa, por muy interiorizada que todos la tengamos. La razón es muy sencilla, podemos empujar todo lo que se nos ponga por delante, pero en realidad no podemos tirar de nada, ni siquiera a merced de los maravillosos pulgares con los que nos ha dotado la evolución.
De hecho la definición de "tirar" debería ser: empujar hacia uno mismo.
Pero el hecho físico de tirar, contrapuesto idealmente al de empujar, realmente no existe a ningún nivel.
Si vd. quiere tirar de algo tendrá que ejercer una presión sobre ese algo, probablemente con su pulgar por un lado y el resto de sus dedos por otro, y será esa presión, seguramente perpendicular a la dirección en la que estire, la que le aproximará a ese algo. Dicho de otro modo, si se para vd. a pensarlo bien, estará empujando.
Y puede parecer una tontería, pero si uno desciende a niveles aún más elementales, encontrará que ni las partículas ni las ondas tienen siquiera pulgares.
Esta apreciación cobra especial relevancia al observar fenómenos físicos que se definen como de "atracción", el magnetismo en una de sus vertientes, por ejemplo. Cabe aseverar que la naturaleza íntima del fenómeno debería consistir en un flujo de fotones con una dirección cuya repulsión es clara al enfrentar polos iguales (enfrentar direcciones iguales) y cuya atracción en polos opuestos sería más bien un fenómeno emergente resultado del empuje de ese flujo y sus trayectorias.
Todo ello como resultado de un mismo hecho físico, razón por la cual no se hallará monopolo alguno en ninguna circunstancia (las ovejas que entran por las que salen). Y como resultado del único fenómeno de interacción física que existe, el empuje. Y es el empuje el que genera ese efecto aparantemente contrario de succión.
Pero hay otro efecto de aparente atracción muy cotidiano y que todos conocemos muy bien y no es otro que la gravedad.
Einstein la definió como la curvatura del espacio-tiempo en su teoría de la relatividad.
Todos hemos visto la sempiterna imagen de la masa curvando una malla bidimensional con la que se suele representar la idea. En realidad sucedería en un espacio tridimensional (dejemos de momento aparte el tiempo, ya se ha tratado ese asunto por separado antes aquí) pero valga el símil para darnos un idea.
Sin embargo, algo hay de pensamiento circular en esa imagen que suele representar la gravedad. Y es que, dada nuestra experiencia habitual del mundo, si mentalmente nos situamos en la parte interior del desnivel que la masa crea en la malla, entendemos que debemos caer irremediablemente por efecto de... la gravedad.
Quiero decir, que a la representación de gravedad hemos de sumar nuestra noción habitual de gravedad de caer por un desnivel. Y hay algo que no termino de entender, si yo me sitúo en cualquier punto de la malla, ¿por qué debería caer hacia ningún otro punto?
E insisto, si la gravedad es sólo una cuestión de la morfología o topología del espacio que queda representada ya en la malla, ¿por qué he de añadir a la representación mi noción cotidiana de verme expuesto a caer por un desnivel?
Algo ha de haber que nos empuje a caer por esa deformación del espacio y la propia deformación de éste no sería motivo suficiente. Quiero decir, si camino por un acantilado sé que me desplomaré contra el suelo por efecto de la gravedad, de no haberla flotaría, pero ¿es preciso decir que la gravedad es sólo el acantilado?
Y si la gravedad es la deformación del espacio, ¿entonces qué es lo que nos empuja? Porque a estas alturas debería estar más que claro que no hay nada que "tire" de nosotros.
No en vano la gravedad es una de la "fuerzas" (interacciones, dicen ahora) peor comprendidas por la humanidad y, paradójicamente (o tal vez precisamente por eso) un fenómeno consustancial a la propia existencia de la humanidad con el que se ha convivido desde el principio.
Tal vez debamos intentar verlo todo justo al revés de como estamos acostumbrados a verlo para hallar una solución. Tal vez el vacío sea un medio a presión y la materia una expresión de menor densidad de éste. Y entonces sí sería al revés, no es que la tierra "tire" de nosotros, sino el vacío que nos empuja contra ella.
O tal vez no, pero lo que es del todo seguro es que nada tira de nosotros, en todo caso nos empuja.